Don José de San Martín proclamó la independencia del Perú por lo menos cuatro veces en distintas plazas de Lima el 28 de julio de 1821. El proceso de independencia que se había
iniciado mucho tiempo antes no culminaría hasta tres años después con la batalla de Ayacucho. Fue eso, un proceso largo y duro, gestado por hombres valientes y la sangre de
muchos que nutrió la semilla de lo que hoy conocemos como nuestra patria.
El Perú de la infinidad de microclimas en sus selvas profundas, escarpadas sierras y desérticas costas, es un crisol de razas y culturas que, iluminadas por nuestra fe cristiana, nutren nuestra
identidad. La riqueza de nuestra patria se plasma en la diversidad de los peruanos llamados a vivir en unidad desde el primer grito libertador. Unidad en la diversidad.
Hoy más que nunca los peruanos estamos llamados a renovar este espíritu de comunión que nuestras diferencias no deberían quebrar sino enriquecer.
No dejemos de salir al encuentro de los demás con generosidad para construir juntos un Perú más justo, fraterno y reconciliado.
Que el Cristo Moreno de Pachacamilla, según la tradición pintado por un negro angoleño, amaine la tormenta política y social del Perú e ilumine la celebración de este bicentenario.
Que nuestros queridos mestiza Santa Rosa y mulato San Martín inspiren en nosotros la fraternidad tan necesaria para cimentar en el presente un futuro mejor para nuestros hijos.
¡Que viva el Perú!